Un maestro sufí acostumbraba a contar parábolas al final de cada clase, pero nunca explicaba su significado. Esto frustraba a sus alumnos, quienes sentían que no aprovechaban del todo las lecciones.
Un día, un discípulo se armó de valor y se acercó al maestro.
—Maestro —le dijo—, usted nos cuenta historias maravillosas, pero no nos revela su significado. ¿Cómo podremos alcanzar la sabiduría si no nos la explica?
El maestro, con una sonrisa, se disculpó y, para compensarlo, le ofreció un durazno perfectamente maduro.
—Por favor, tómalo. Y, si quieres, permíteme que te lo pele.
El discípulo, halagado, aceptó.
—Maestro, muchas gracias.
—Y ya que tengo el cuchillo en la mano, ¿quieres que te lo corte en trozos para que te sea más fácil comerlo?
—Sería un honor, maestro.
—Y por último —dijo el maestro, con una expresión seria—, ¿te gustaría que lo mastique yo mismo antes de dártelo?
El discípulo, horrorizado, respondió:
—¡No, maestro! ¡Eso no!
El maestro hizo una pausa, miró al discípulo y le dijo:
—Si yo te explicara el significado de cada parábola, sería como darte la fruta ya masticada. Solo tú puedes extraer el verdadero sabor y el jugo de las historias. La sabiduría no se transfiere, se descubre. La única forma de aprender es haciéndolo por ti mismo.
Este relato nos enseña que el conocimiento más valioso no es el que se nos entrega de forma pasiva, sino el que adquirimos a través de nuestra propia reflexión y esfuerzo. El maestro no le niega la sabiduría a su alumno, sino que lo guía para que la encuentre por sí mismo.
Me encantaría conocer tus opiniones con respecto a este relato 👇🏻👇🏻👇🏻
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